Joan Pedragosa :: Construcción de un itinerario escultórico

Construcción de un itinerario escultórico


FINAL DE TRAYECTO
Mataró, 07-1999
Anna Calvera i Teresa-M Sala


Encuentro en el estudio del escultor, con un ensordecedor ruido de máquinas en la calle y el calor habitual del verano barcelonés.
Al entrar, sorprende la escultura de hierro y bronce Squantum Serenissimo, que viene a ser un autorretrato del artista, la presencia imponente de Pedragosa convertida en ídolo metálico.

El escultor es Joan Pedragosa, una persona lo bastante conocida, primero como diseñador gráfico y, más tarde, como el creador de unas piezas de sobremesa y de techo que se mueven con el aire. Ahora, ha decidido empezar una nueva etapa en su vida, ha saltado de escala, ha dejado de lado el papel y las tijeras para descubrir otros materiales y, de ese modo, se dedica a la construcción tridimensional de piezas con finalidad escultórica. Todo eso se respira en el estudio, que no taller, donde predomina el blanco como fondo de todo. En el camino, una larga trayectoria en la investigación de la forma, por lo que no empieza de cero, pese a que se define como «un nuevo Pedragosa».

Iniciamos un «triálogo» interactivo.
El escultor habla de sí mismo, de sus obras, de sus ideas.
En el trasfondo de su evolución personal hay otra persona, Elisabet Albuixech, “Beta”. Ella lo animó a trabajar y a superarse a sí mismo, a emprender nuevas aventuras: «Somos lo que somos, más aquello que elegimos ser», sentencia conmovido.

Sus inicios escultóricos se entroncan con un viaje a la Patagonia y a la Tierra del Fuego en enero de 1997 y en el encuentro azaroso de piedras con formas pulidas por la Naturaleza. Reliquias de emociones poéticas, objetos encontrados y sensualmente acariciados con las manos. Son —comenta— como las esculturas de Henry Moore, que trabajaba con el espacio vacío y el lleno con formas similares a éstas. «Yo no hago un tipo de formas fortuitas. Son formas pensadas matemáticamente, generatrices euclidianas. No son hallazgos sino formas obtenidas, fruto de la búsqueda meditada, calculada.»

También el escultor muestra los clavos de la puerta de una cárcel, que tintinean si los agitamos conjuntamente. Entonan una melodía esencial y se transforman en amuleto de sonido y tacto. La proporción y la armonía de la música son una construcción perfecta de lenguaje universal. Lo probamos, experimentamos con estos minúsculos hierros forjados.

La mirada se dirige entonces hacia el paisaje de planos y formas que puebla una gran mesa. Un conjunto de figuras geométricas dispuestas en el espacio emerge en una atmósfera proporcionada. Artefactos que apuntan movimientos rotatorios, cinetismos con ejes cambiantes, resquicios y rastros evocadores de las vanguardias históricas. «La estructura nace a partir de un concepto muy simple que se va desarrollando hasta adquirir el punto justo en el que la materia entra en equilibrio. Confluyen la emoción de la línea y la audacia estética.»

Desde 1997, el lenguaje escultórico se convierte para Pedragosa en un marco lleno de posibilidades de construcción abstracta. Es como una recopilación de soluciones racionales y geométricas. Un saber captar el espacio interior, el aire..., con las espirales, los triángulos, las facetas... Sirven para encontrar, desde la simplicidad de las formas, las estructuras cambiantes, con una gran complejidad de movimientos oscilantes.

De la hojalata al hierro y del acero al aluminio, los planos soldados y doblados centran su búsqueda y apuntan hacia la variación de modelos que se desarrollan en el espacio y en el tiempo. Destacan los hemisferios cruzados de un designio estilizado, nítido y conciso, con el movimiento y los diferentes puntos de vista a menudo marcados con incisiones y grietas. En estas construcciones son interesantes los procesos, el cómo se produce el despliegue de la forma, a la vez que destacan también diferentes acabados, de superficie pulida, oxidada, embarnizada o abrillantada.

Tanteos. Sentimiento de recapitular. Experimentar para volver a empezar.

Sin embargo, los relieves «engañan al ojo». Efecto de peso, de cosificación, que no es más que una simulación. Es un juego con el lenguaje que se repliega. Paneles que juegan con el espectador. Propuesta lúdica con las posibilidades de otro tipo de paisaje. Naturalezas muertas de las imágenes del universo creado por Pedragosa.

Por otro lado, emerge con fuerza la trilogía de las Imago —facis, censum, genitum—, protegidos al abrigo del Squantum Serenissimo. El brillo les da refinamiento y perfección y el Patriarca encapuchado se transmuta aún en la última ocurrencia. En Mataró, el taller de Pere Casanova está construyendo esta efigie convertida en síntesis e inicio, una propuesta de viaje de regreso, apertura de una nueva singladura que ya deja atrás las piezas medias de sobremesa.

Cierre del «triálogo». Visita al taller. Conversación a cuatro voces con la incorporación de Pere Casanova en un espacio cargado de energía e historia, donde la materia cobra un especial y primigenio sentido. Allá, las esculturas se transforman en cuerpos. El futuro se introduce en la conversación y, hacia el final, Pedragosa es contundente: «En el 2000, todo rodará solo.» Un porvenir que se atisba esperanzado.